por la cerca del pillito

Por la cerca de Pillito

La puerta de Coria nos indica el comienzo de la calzada de Turgalium a Cauria (Trujillo a Coria), hoy no existe tal camino, para ir a Coria hay que dar una vuelta por Cáceres o por Plasencia. Si bajamos por la calleja que enlaza con la Puerta de Coria veremos los restos de la calzada romana, las grandes aceras, losas a punto de desaparecer en el más completo abandono.

 Seguimos la calleja y a la derecha está la cerca de Pillito (hoy de la familia Salas), una angarilla escacharrada con un trozo de molino romano sobre una jamba, saltamos la pared (hoy no hay ni angarilla) y dentro en la primera cerca se ve una construcción que nivela el terreno en una alta terraza, a la explanada se entraba por unos peldaños que aun se pueden ver. El muro que sostiene la gran terraza es viejo y la terraza está empedrada aunque ya un manto de hierba la cubre.

 Seguimos cerca adelante por la vereda de arriba y pasamos un pequeño portillo entrando en otra cerca, allí se ven las ruinas de una basílica visigoda y alrededor hubo una necrópolis romana a juzgar por las lápidas que Don Juan Tena recogió y que se conservan clavadas en la muralla del Patio de Armas del Castillo, a la intemperie con otras diversas y jodiéndose como el pueblo. Son cosas becerriles.

 La cerca de Pillito en época romana era la necrópolis de la población que existía junto a la calzada de Coria, se ven los restos entre la cerca de la Encina y la cueva del Fraile, de esta ya hablaremos en capítulo aparte.

 Bajando la calleja (calzada romana) que va de la Puerta de Coria a los Caserones de la Magdalena, a la derecha como dijimos está la cerca de Pillito, la necrópolis y la basílica visigoda, a la izquierda un poco más abajo y lindando con la calleja de los Charquitos (trasversal a la calzada que va de la charca de la Magdalena a Santo Domingo) se ven como unos grandes majanos muy bien hechos, cuadrangulares y en uno hay un grabado curioso. Estos majanos encierran todas las piedras de una pequeña población prehistórica extramuros que seguramente sobrevivía en tiempos romanos, la cerca de la Encina que linda con ellos es un claro ejemplo de asentamiento prehistórico.

 Los habitantes de Trujillo en la antigüedad se repartían por el Berrocal, en la ciudad propiamente dicha estaban las élites: ejército, comercio y servicio como hasta no hace mucho, recuerdo cuando los funcionarios del censo se tenían que currar el término que era donde vivían una sustanciosa cantidad de vecinos, hoy solamente nos quedan los cuatro arrabales y punto. La ganadería ahora es intensiva, las cercas están cerradas a cal y canto y con un todo terreno atienden en el día sus negocios campesinos. La explotaciones porcinas han cambiado radicalmente, las zahurdas están abandonadas y en las dehesas ya no son necesarios ni encargados, ni alparceros, ni pastores, ni na de na, algún serrano superviviente y alguna carbonera en verano.


BASÍLICA VISIGODA DE LA CERCA DE PILLITO


En el año 254 San Cipriano, obispo de Cartago, escribe a los fieles de Mérida y Astorga-León animándoles a negar obediencia a los obispos Basílides y Marcial que durante la persecución de Decio compraron el "Libelo" en el que se certificaba que habían acatado la religión oficial del Imperio... a Trujillo como prefectura de Mérida ya le habría llegado el cristianismo en esa fecha.

 Años después en tiempos del emperador Diocleciano a principios del siglo IV es martirizada en Mérida Santa Eulalia, martirio que fue presenciado por el presbítero Donato que a su vez moriría martirizado en Trujillo junto a Hermógenes en el año 304.

 Donato y Hermógenes según algunos martirologios de crédito eran de Trujillo, Donato fue quien evangelizó a Julia, hermana de Santa Eulalia y ambos fueron denunciados por el juez Calpurniano que les condenó a muerte arrojando sus cuerpos a una laguna que se llamaría en adelante de los Mártires. En Trujillo hubo una calle de los Mártires (¿?). Cerca de la ciudad, en el camino de Mérida, existió una ermita de los Mártires cuidada especialmente por el Ayuntamiento en el siglo XVI pues se achaca al milagro de estos Santos Mártires impidiendo que una terrible peste desatada en la comarca penetrara en Trujillo.

 Quién sabe si no fue la ermita de los mártires la basílica visigoda que venimos tratando y la charca donde echaron los cuerpos de San Donato y de San Hermógenes la Charca de la Magdalena. Tanto da, este entorno tras la franja Norte de la Muralla es importantísimo, un jardín arqueológico en peligro y no solo por la muralla rota hace un año que también la calzada romana, la basílica, la ermita de la Luz, el convento de la Magdalena y todos los megalitos, poblados, túmulos y pinturas rupestres que los próceres munícipes se niegan a ver y cuidar, ellos ni entienden ni quieren entender seguramente porque esto no les da dinero ni gloria política. Se equivocan.






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